Reinventarse a los 61
-Mientras otros siguen compadeciéndose-
Anoche aterrizó mi suegra en Moscú. Pasará un mes en casa, 10 días conmigo, luego una semana con Agus (porque yo me escapo de viaje sola a Zanzíbar) y después otra semana con los dos. En este tiempo, vamos a estar organizando todo lo referente a Villa Raíz. Hay mucho que hacer, estudiar y cositas que elegir y comprar.
Laura, mi suegra, será una de las caras visibles de nuestro hotel y hoy quiero contarte por qué ella es todo un ejemplo de superación para mí y para cualquiera.
Obviemos el tema de que se quedó embarazada de su hijo, mi marido, a los 20 años mientras estudiaba la carrera, y vayamos directos a cuando en medio de la peor situación económica que estaba pasando Argentina, y teniendo a su padre enfermo, decidió, porque no tenían otra opción ella y mi suegro Sergio, probar suerte cruzando el charco mudándose a España.
Como buenos cabezas de familia, primero tantearon el terreno sin sus hijos, comenzaron por Madrid y acabaron en Valencia, tratando de buscar su suerte cogiendo empleos sin tener papeles y compartiendo piso con otras familias.
Probaron de todo con tal de poder traer a su familia y labrarse un nuevo futuro, pues la situación en Argentina además de inestable se había vuelto muy peligrosa. Y tener un hijo de 18 años, como Agus era entonces, pues no ayudaba a la hora de conciliar el sueño.
Varias veces la he oído comentar: “o nos íbamos o algún día me lo matarían”.
Pasaron unos 7 meses, si no recuerdo mal, sin ver a sus hijos que se quedaron viviendo con su abuela, tíos y primos hasta que la situación en España cogió un poco de solidez y supieron que ambos podrían continuar con sus estudios en el nuevo país.
Laura siempre cuenta que cuando dejó Argentina tuvo la sensación de que no volvería a ver a su padre con vida y desgraciadamente así fue.
Para comprar los billetes vendieron todo lo que tenían, incluso hicieron como una especie de jornada de puertas abiertas en su casa para vender hasta los juguetes de Agus y Sofi. Este episodio también lo he vivido y sentido con intensidad por la forma de contarlo de Agus, varias veces.
Una vez en Valencia, los 4 comenzaron su aventura. De un piso de alquiler a otro, compartiendo su intimidad con otras familias y más miembros de la suya que iban siguiendo sus pasos fruto de la desesperación por la situación en su propio país. Cogiendo todo tipo de trabajos, probando suerte de todas las maneras, pero unidos.
Verlos a los 4 recordar toda su andadura siempre me ha emocionado mucho.
Y poder seguir viendo el valor que tiene Laura al vender su propio negocio para embarcarse en nuestro proyecto me deja sin habla.
Ella siempre ha trabajado más horas que el reloj, madrugones, noches hasta tarde, festivos y fines de semana yendo al negocio con Sergio para elaborar su propia pasta casera. Le costó posicionarse como empresa de catering gourmet, pero ella y su visión y coraje hicieorn que se mantuviera en el sector durante 20 años. Que se dice pronto.
Cuando la conocí enseguida me asombró (como dicen los argentinos) “lo pila” que es, siempre quiere probar cosas nuevas, conocer lugares, hacer actividades diferentes…siempre dispuesta. Pero lo que no me esperaba es que tuviéramos tan buena relación como para llegar a tocar temas profundos relacionados con el pasado, las creencias, sus hijos o el autoconocimiento en general.
En estos 5 años la he visto crecer, cuando me pedía algún libro “de esos que yo leo de desarrollo personal”, o pidiéndome consejo a la hora de hacer algo con su vida, ya que ha tenido que lidiar con mucho, especialmente tras la pandemia.
Con ayuda de Agus, que siempre ha estado guiándoles a ambos y el apoyo del resto de la familia, especialmente de su hija Sofi, que siempre está ahí, y sobre todo por la actitud que le pone a la vida, se ha convertido (aunque ya lo era) en toda una guerrera capaz de conseguir lo que se proponga. Hasta vendió su negocio a golpe de visualizaciones, como cuenta ella y cambiando su sistema de creencias, a sus 60 años.
También se metió de lleno con el tema de la respiración y sin decirme nada se apuntó a mi curso “Inspira”, porque ella es así, no le gusta pedir las cosas, simplemente hace lo que le vibra. Comenzó a meditar y a ver la vida desde la responsabilidad de hacer aquello que está en sus manos para cambiar las cosas y no desde el victimismo.
Este verano cuando vinieron por primera vez a Moscú, decidió cambiar hasta su alimentación y probar con la dieta cetogénica, con la que por cierto está encantadísima y le ha permitido, en cierto modo, reinventarse a la hora de cocinar y hacer nuevas recetas. Le pega al entrenamiento de fuerza cada día en casa y verla con las pesas en el comedor reproduciendo alguna de mis playlists de Spotify es algo que siempre he admirado de ella. Es una fuerza de la naturaleza.
Desde que comenzamos a tantear el tema del personal para Villa Raíz, no nos lo dijimos, pero ambos pensamos en Laura como la persona ideal para estar al frente, ya que nosotros iremos y vendremos y no estaremos allí de manera permanente. Agus tardó en decírmelo porque pensaba que, a lo mejor, por ser su madre, yo tendría otra opinión al respecto. Pero cuando sacamos el tema, ambos supimos que sería ella, de hecho, le dije: “no te lo había dicho antes porque no sabía cómo lo verías tú siendo tu madre.”
Lo supe también porque Laura siempre había tenido un sueño, el de regentar un hotel pequeño con pocas habitaciones al que le pudiera dar todo el mimo, estar pendiente de sus clientes y de cada detalle y ofrecer sus creaciones culinarias.
Cuando se lo dijimos, le contamos la idea que llevábamos y le ofrecimos el puesto, no titubeó en darnos el sí aún a sabiendas de l cambio tan radical que supondría en su vida y en la de Sergio. Incluso se van a mudar a Requena para estar más cerca del hotel. Lleva ya meses estudiando inglés desde cero, cosa que aún le da rabia porque le resulta bastante difícil, pero ahí está, al pie del cañón haciendo todo lo necesario.
Ahora sé, que esto ella también lo manifestó y cada día de su vida trabajó duro para conseguirlo y llegar donde está hoy. Porque a mi suegra, ya no hay quien la pare, no cabe duda al respecto.
La miro y solo veo valor y coraje, la vida se le queda corta para todo lo que ha venido a dar y tiene para ofrecer.
Y luego, veo a personas que viven en la queja, victimizándose por un sistema que las ha hecho débiles y vagas. Nunca les viene bien nada y todo son pegas. Falta de sangre corriendo por sus venas.
¿Cuántas veces te has dicho que ya era demasiado tarde para tomar otro camino? ¿Cuántas veces te has contado que ya eras demasiado mayor para emprender o probar algo nuevo?
Yo, te soy sincera, alguna que otra vez me ha rondado la cabeza esta idea. Pero por fortuna solo tengo que mirar a mi suegra para saber que los límites solo están en la mente y nos los ponemos cada una.



😍 Bonita, tú suegra 😍